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lunes, 27 de mayo de 2013

Ahí estaba ella

 
Estaba inmersa en mis más profundos pensamientos cuando de repente escuché el gentío y el trepitar de los baches de la carretera. Había vuelto a la realidad muy a mi pesar. Voces de todas las edades, todas menos de 18 años, se agolpaban en aquel autobús que conducía rumbo a mi casa. Volví a mirar por la ventana para contemplar el paisaje y volver a evadirme de aquellas voces derivadas de un Viernes de fiesta, alcohol, cachimba y porque no alguna que otra droga. Tenía demasiado visto aquel paisaje pero me servía para volver a adentrarme en ese océano de pensamientos que ocupaban mi mente. Casi sin darme cuenta alcé la mirada al cielo oscuro y algo sobresalía entre tanta oscuridad. Era ella, ahí estaba en lo alto del universo, que lamentablemente nunca podía ver lleno de estrellas debido a las luces de la ciudad. Estaba grandiosa, toda ella resplandeciente, como una diosa, como una dama. Ella es la dama de la noche, la que ilumina mis noches. Sólo contemplarla me llena de energía y me deja anonadada su belleza. Es tan perfecta, tan brillante que sobresale entre las demás estrellas. Es el jazmín del firmamento. Es tan blanca como la nieve pero no tan fría como creían. Ella es Luna, es Natalia. Ella es la Luna llena.


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