« Bienvenido/a a mi cajón desastre, cajón en el cual podrás adentrarte a lugares insospechables »

domingo, 24 de julio de 2016

Dulce natalidad.

Y entonces lo miré a los ojos y él me observaba con esa mirada tan tierna. No me conocía de nada pero a partir de ese momento yo sería quién lo cuidaría. No extrañaba, no lloraba, tampoco reía. Sólo me miraba, escudriñándome e intentando averiguar quién era yo y por qué estaba allí, en su casa, en su territorio. Han pasado unos meses y sigue sin hablar pero ahora al menos se ríe y me reconoce. Nunca había experimentado esa sensación de llegar a casa y que me sonrían de esa forma, estirando sus brazos para agarrarme y que lo coja en brazos o para que juegue con él. No sé cuanto tiempo durará esta experiencia pero no quiero que acabe ni que él siga creciendo, pero a la par me encanta ver la evolución de sus sonidos intentando decir mamá, sus movimientos, esas ansías por caminar, esos dolores de los primeros dientes, esa mano pequeña agarrando mi mano y apretándola con fuerzas para que no lo suelte ni lo deje caer...