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martes, 8 de octubre de 2013

El muro de cristal (María Roldán).

Hoy os voy a hablar de un libro escrito por una persona importante. Este libro consta de 80 páginas que me han envuelto en un mundo dividido en dos: los atormentados (pesimistas que van formando a lo largo de sus vidas un muro interno inquebrantable, es decir, un muro de cristal que ellos mismos creen que es imposible de atravesar pero que como se ve en la obra y en la vida misma sólo se trata de un muro creado por falsas expectativas e ilusiones sobre el destino, por lo tanto el cristal de este muro se puede romper cuando menos lo esperemos) y los positivos (jóvenes con metas en la vida, desean recorrer mundo en busca de la libertad, la igualdad, tienen un deseo innato por la vida, por descubrir lo que aún sus cabezas ni se imaginan, a pesar de que eso les llegue a causar la muerte...). Una de las frases típicas de los atormentados sería ''no puedo alimentar unos pensamientos que aparentemente me harán feliz, pero que, a largo plazo, me causarán dolor''. Ese miedo que siempre hemos tenido todos al fracaso o a volvernos a dañar una vez más. Pero una de las frases que más me marcó de este Muro de cristal sería la que yo misma le podría dedicar a la escritora '' pero ella no comprenderá nunca que observar desde la distancia es el placer más dulce que he encontrado''. Y otras frases que me marcaron de este Muro son:
''Mis músculos se relajaron y comencé por primera vez a vivir.''
-''No sabía que aún existiesen personas así.
-¿Así cómo?
-Personas repugnantes que construyen un mundo interior creyendo que es un mero reflejo de la realidad, intentando encontrar solución a sus endiablados problemas y justificando que así resolverán el nudo que ata a la sociedad.''
-Llegó un momento en el que me empezaron a aburrir sus conversaciones; lo inquietante de la vida era la incertidumbre, el dolor profundo y la euforia descontrolada, y no la estabilidad suprema.
-Y es que hacía tanto que no sonreía porque la vida de alguien querido fuera un poco mejor...!
-Ella se recreaba en su mundo , sacaba sus propias conclusiones sobre la vida y, por último, se perdía entre las sombras.
-No quiero estudiar y contemplar el paisaje por la ventana con tristeza, no quiero que el saber me aprese cuando lo que debería hacer es darme alas.
-Y créeme, amigo, que yo he aprendido más del sufrimiento y de los contratiempos que de los libros de mi mesita de noche.
-Creía que no me tomaba la vida en serio y que vivía de las apariencias.
-Si algo me enseñó este viejo libro fue que había que expulsar todo aquello que nos envenenaba, aunque no le encontraras una razón lógica y aunque pudiera tratarse del acto más egoísta que pudiera llevar a cabo un ser humano.




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