Y debo decir que mentiría si no digo que de tus ojos
vislumbro las estrellas. Que mi voz tiembla y se desgarra cuando ya no te toca.
Que con tu sola presencia me hago diminuta y tiemblo de ganas de ti. Veo tu
sombra a lo lejos y la reconozco como si fuera la mía propia. Tus pasos no son
simples pasos, son melodía en el eco de la noche. ¿Por qué te marchas si aún
nos queda toda la eternidad por delante? La eternidad de tus ojos, de tus
manos, de tu boca, de esa sonrisa que no consigue desvanecerse de mi memoria.
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